En 2018 el festival marcó un nuevo precedente organizando 11 conciertos y 10 intervenciones espontáneas en 24 espacios inusuales como cárceles de máxima seguridad, centros de rehabilitación de drogadicciones, edificios patrimoniales, y plazas de Quito y sus alrededores con una asistencia de más de 3000 personas.
Contó también con una convocatoria abierta para la creación musical en la cual participaron más de 40 compositores nacionales y extranjeros, clases maestras impartidas a más de 100 jóvenes y la colaboración de 32 músicos profesionales provenientes de 9 naciones.